martes, agosto 22, 2006

El tambor de hojalata por la cabeza

Nos hemos enterado de la confesión de Günter Grass. Los juicios y, mucho más rápida y vorazmente, las condenas emergen de varios sectores: que Grass es hipócrita, que es un farsante, que es un mentiroso, un cobarde, inocente, culpable, joven ingenuo, etc., etc., etc., torrentes de etc. ... Ninguna conclusión me parece acertada porque, personalmente, no creo que haya nada que acertar. El ser humano es la complejidad incognoscible en estado bastante puro, si bien esa esencia no es justificación de sus atrocidades cometidas y por cometer.
¿Pero Grass se ha convertido en un nazi perverso y nefando de un día para el otro como si fuera una campera reversible: de un lado un abrigo con insiginas socialdemócratas y del otro un impermeable con esvásticas manchadas de sangre? No lo creo. Porque si fuera así, en nuestro país habría muchos a quienes exigirles cuentas sobre sus posiciones durante la última dictadura militar (dos atrocidades no comparables, es cierto, pero las conductas intelectuales no son asesinas ni torturadoras en sí mismas), varios de ellos miembros de la Conadep y, algunos, críticos de sí mismos después. O condenarlos fría y solemnemente. Y muchos, muchísimos de nosotros, la sociedad "civil", a la que llamamos bestialmente "la gente", festejamos y aprobamos torturas, muertes, desapariciones, bebés sin identidad (¡hasta hoy!). Muchos se arrepienten o se adecuan y reinterpretan la historia con sumisión a las desayunadas y oportunas olas progres y otros sostienen las estructuras de su fascismo con huesos NN, inclusive los meten en las urnas cada tanto. Es raro todo.
El actual Papa sigue en el máximo escalafón eclesiástico sin ningún cuestionamiento mediático o público (no obstante mucha gente de la Iglesia -en sentido amplio- lo critica, lo denuncia y no lo apoya); pero, en un rigor no demasiado riguroso, el hombre sigue en el despacho de oro. Y no sólo fue miembro de la Juventud Hitleriana, sino que sus posturas y definiciones, otrora como obispo y ahora como Papa, son de sesgo claramente conservador. Basta recordar su declaración extrema sobre los atentados en Londres: "fueron anticristianos". Es decir, el que no es cristiano, es terrorista. Absténganse, no cojan, y no tendrán sida. Muy inteligente el hombre. En fin.
Y todos lo vivaron cuando la chimenea escupió el humo en el Vaticano. Se supo de su pasado y sólo con decir que fue obligado a formar parte de la "Juventud" por la Alemania nazi, se lo absolvió. ¡Al Papa! A la cabeza de uno de los sectores religiosos que más persiguió a los judíos del mundo (léase la entrevista al filósofo argentino León Rozitchiner en el diario Perfil del domingo 20 de agosto de 2006).
Pero Günter Grass es un hipócrita, cómplice de asesinos. Es cierto que su historial ideológico, si se quiere, se contradice con su pasado en las SS. Es obvio. Pero también es cierto que él lo cuenta con astillas de confesión (tarde, después del Nóbel, en un libro, bla, bla, bla); acaso no sepamos si está íntimamente avergonzado cuando, en realidad, habría que esperar que estuviera arrepentido. Joven ingenuo: puede ser. ¿Jóvenes ingenuos los papistas "ratzingeristas"? Joven convencido de lo que estaba haciendo: puede ser. Viejo arrpentido después de años de vergüenza: puede ser. Hipócrita: no lo sé. No sé. Es verdad que no estoy tomando partido. Pero no sé qué pensar de Grass en este tema (porque como escritor es brillante, como brillante fue Heidegger, por más nazi que haya sido). No lo sé. Pero los que lo condenan tan abruptamente creen saber, creen en una convicción de cenizas de papel. Y no me creo un Sócrates consciente de su "sólo sé que no sé nada", un superior. Eso lo creen aquellos que ven la tele, se enteran de esto y condenan.
Yo no sé. No sé qué hizo el tipo en las SS, qué pasó por su cabeza durante toda su vida, no sé por qué escribió lo que escribió, por qué pensó como pensó, por qué cuenta su historia así. A lo sumo, sospecho pero sospecho para mí, no condeno después de ver el noticiero. Ni soy progre porque veo Montecristo. Ni lo absuelvo porque me gusta cómo escribe. Creo, eso sí, que habría que leer "Pelando la cebolla". Y saber que los culpables de los crímenes son otros y muchos gozan o han gozado de la libertad física e intelectual toda la vida sin que "la gente" se escandalizara tanto. Como pasa con Borges: todos lo admiran pero pocos lo leen.
Grass parece ser el chivo expiatorio de una sociedad que genera nazis todos los días. ¿Qué haría usted con los pobres, negros que les dicen (¡ja!), con los pobres que roban para comer, con los que roban para tener, con los menores de edad que delinquen, con los mayores de edad que delinquen, con los secuestradores, con los asesinos de Axel Blumberg, con las villas, con los delincuentes a los que le sobran los Derechos Humanos, con los homosexuales, con los violadores, con los inmigrantes (esos que nos vienen a sacar el trabajo), con los guerrilleros pretéritos, con los drogadictos...? ¿Sigo?

lunes, agosto 07, 2006

vista de la casa de papá

estoy durmiendo en las pestañas
de la muerte del sol
el cimbrar del andén es el gallo
de los que vivimos aquí
el que muge es el tren