jueves, diciembre 28, 2006

Negación del no


Me dijo mi amigo Manolo Ceguera, en el tren, cabeceando harto de la vigilia, que el hombre que no tiene enemigos, no lucha y que, por eso, está derrotado. Lo increpé porque yo había leído esa frase polémica en el acoplado de un camión en Sta. Fe y Pueyrredón. Un episodio similar al vivido por Paenza con la frase que inaugura su libro matemático.


No sé. Ceguera, al terminar la frase, había adoptado una postura de hombre sapientísimo. Ya en las últimas sílabas asentía y me miraba de soslayo como si me estuviera revelando el destino final del cuerpo de García Lorca. No me gustó nada.


Entonces, decía, lo increpé. Lo increpé mucho, mucho pero no supe qué decir, lo increpé con el cuerpo, con gestos teatrales, medio psicóticos, tirándome encima como en Kumite. Pero enmudecido.


Ni Manolo ni yo estábamos allí.