Poco importa
Algunos amigos que tienen la desgradable y pésima costumbre de leer este blog me han halagado con varios "me cago de risa con tu blog". Desde luego que les estoy muy agradecido. Pero da bronca que en el año 2006, cuando ya ciertas cosas deberían ser tan obvias como la inexorabilidad de la muerte, cuando ya deberíamos estar más o menos de acuerdo en que estas ciertas cosas son injustificables (desde todo punto de vista y sin importar acciones anteriores de nadie), da bronca -decía- que un tipo esté desaparecido. DESAPARECIDO como institución. En este país se institucionalizan las cosas más macabras y siniestras.
Una persona víctima del terrorismo de Estado que colabora con la justicia (no con la venganza, con la justicia) está desaparecido. Y se teme lo peor. Tememos lo peor cuando lo peor ya ocurrió. ¡Todavía estamos discutiendo si es comprensible/justificable la dictadura! ¡Qué país! Porque el hecho de que como sociedad estemos dormidos ante la desaparición del señor López demuestra con violencia lo que somos, lo que forjamos desde nuestras entrañas. Seguimos generando desaparecidos. Hasta ahora generábamos torturas en comisarías, gatillo fácil, mano dura, presos sin condena (y exigíamos más de esto). Ahora ha vuelto la desaparición. Qué país. ¿Qué país puede permitir esto? Sólo un país que vota a Patti, Rico, Bussi, Moria Casán, Menem (podemos hasta enenteder las dos primeras veces, pero ¿por tercera vez en 2003?).
Hay un hombre que desapareció dos veces; y fue más gente a la marcha de Blumberg que a la convocada ayer en Plaza de Mayo (soy hipócrita; por razones laborales yo tampoco fui, pero mucha gente no tuvo problemas laborales para ir a la del ingeniero textil).
Aquí no hay excusa, esto no es del pasado, estos no son derechos humanos del pasado: esto está pasando mientras yo escribo. Hay un desaparecido en la Argentina. Desenlace feliz o desenlace de muerte, lo peor está pasando igual.
La injusticia que generamos, que produce la inevitable inseguridad, produce, a su vez, un desaparecido. Sí, hemos llegado a tanto. Antes los desaparecidos eran cosa de dictadura, de gobierno de facto; ahora, en democracia.
Hay tristeza, bronca (mucha bronca), aires de resignación, impotencia, más bronca, desesperación, desesperanza, angustia. Ganas de no ser de acá.
Jorge Julio López, secuestrado, torturado y desparecido por la dictadura, fue liberado alguna vez. Pero nunca del todo. El que vive algo así nunca es libre plenamente. Jorge Julio López volvió a la incertidumbre de existencia de la que jamás le permitieron salir. Son días de espanto y pareciera que a casi nadie le importa.
Todos saben quién ganó el concurso de baile de Tinelli; todos son capaces de distinguir a Jésica Cirio de Sabrina Rojas; todos saben en qué quedó la estrambótica y camaleónica grilla de horarios de los grandes canales.
Muy pocos saben que Jorge Julio López está desaparecido. Muy pocos saben quién es Jorge Julio López. Muy pocos saben qué le obligaron ser a Jorge Julio López. Nadie sabe de Jorge Julio López en septiembre de 2006. Tampoco nadie sabía de él en noviembre de 1976. ¡Qué país!