miércoles, enero 24, 2007

La lírica desvanecida de don Sulfurio


En último tren de ayer, el poeta Sulfurio Galíndez me interiorizó acerca de la afrenta que sufriera por parte de Carlos Pinto, el degollador de Villa Urquiza. Lloraba al indicarme el lugar en el que lo había lacerado el criminal de aquellos tiempos. Le pregunté a qué se debía el ataque, si el malevo le guardaba algún rencor pretérito. Gritando en sollozos, amontonó sus puños en el pecho: ¡Me rompió el alma! ¡Me rompió el alma! ¡Rasuró toda la sensibilidad que me quedaba! ¡Despanzurró algo que él nunca hubiera podido concebir! ¡Siemrpe será el asesino de todos!
Continuó por varias noches en ese lamento íntimo y martirizado. Lo dejé solo para qeu pudiera desahogarse. Murió al cuarto día. En cuanto al degollador de Villa Urquiza, el editor ddel último libro de Galíndez, sólo se sabe que visita la tumba del poeta dos veces por semana.