sin ánimo de ofender...
pero por qué Diego Torres (tipo querible, por cierto, eh, que no se malinterpreten estas líneas, buena gente) es tan optimista. En sus letras -y en la actitud que pone al cantarlas- se lo nota profunda y sincerametne optimista. Él ama a la gente y sus "cosas". Acaso nuestro amigo Torres sea rousseauniano y encuentre en el hombre en sí rasgos naturales e intrínsecos de bondad. Tal vez su tesis no asegure que el hombre es bueno por naturaleza (discusión que también se da acerca del franchute Jacobito) pero sí que la vida, con sus zarpazos; y la gente, con sus virtudes y defectos (sobre todo con sus defectos, insiste don Diego) se hace buena o, por lo menos, pone voluntad y sudor para ser buena. Como con Rousseau, el hombre tiene amor propio, amor de sí, al revés que en Hobbes. La palabra buena, en la balacera de nuesta indsutria cultural, casi siempre pasa inadevertida pero en este caso, es una suerte de pivote vertebral de la obra de Dieguito.
¡Siempre optimista! A veces imagino la próxima guerra nuclear entre EEUU y Corea del Norte; el desafío de China como Imperio hambriento hegemonía; Japón reaccionando con armas nuevas después de sus años de silencio bajo la mordaza de Europa y EEUU; fracasos rotundos en las buscas de vacunas contra el SIDA y curas defnitivas contra el cáncer y, bueno... calamidades imaginables y posibles hay por todas partes.
Y ahí paradito, descalzo, en jeans y camisa blanca abierta, con los brazos abiertos en una roca, de pecho al mar, ahí paradito, cantando con los ojos cerrados y una sonrisa pueril, ahí está nuestro Dieguito Torres, el optimistaporsobretodaslascosas.
Quizás, Torres sea un catalizador social, un engranaje ireemplazable que haga que esta sociedad, mal que mal, funcione. En una de esas él, sin que ninguno de nosotros lo advierta, es una especie de demiurgo terrenal que nos permite vivir; es como el aire, como el sol, estando él ahí el mundo va. ¡Gracias, Diego!
¡Siempre optimista! A veces imagino la próxima guerra nuclear entre EEUU y Corea del Norte; el desafío de China como Imperio hambriento hegemonía; Japón reaccionando con armas nuevas después de sus años de silencio bajo la mordaza de Europa y EEUU; fracasos rotundos en las buscas de vacunas contra el SIDA y curas defnitivas contra el cáncer y, bueno... calamidades imaginables y posibles hay por todas partes.
Y ahí paradito, descalzo, en jeans y camisa blanca abierta, con los brazos abiertos en una roca, de pecho al mar, ahí paradito, cantando con los ojos cerrados y una sonrisa pueril, ahí está nuestro Dieguito Torres, el optimistaporsobretodaslascosas.
Quizás, Torres sea un catalizador social, un engranaje ireemplazable que haga que esta sociedad, mal que mal, funcione. En una de esas él, sin que ninguno de nosotros lo advierta, es una especie de demiurgo terrenal que nos permite vivir; es como el aire, como el sol, estando él ahí el mundo va. ¡Gracias, Diego!